domingo, 25 de enero de 2009

Economía y anarquismo


"Charla del otoño libertario 2007. Ponente: José Luis Velasco. El comunismo libertario instaurado en la revolución social española de 1936 es el ejemplo más notable de comunismo anarquista en la historia. La desaparición de las clases sociales, la distribución justa de la riqueza, la solidaridad, la justicia económica y social, la ayuda mutua, la abolición del estado y del capital, la federación económica y social, la ciencia y la cultura, el bienestar y la felicidad de una sociedad de seres libres e iguales en deberes y derechos".
Vídeo y texto tomados de Google, donde podrás encontrar también la segunda parte con la tertulia entre los asistentes y el conferenciante.
http://video.google.es/videoplay?docid=-5815483172221508806&ei=J598SYiyNIqGjQKM1tm4Bg&q=economia+y+anarquismo&hl=es

Entrevista Entre Nestor Makhno y Lenin


En el verano de 1918, cuando Ucrania fue invadida por los ejércitos austriaco y alemán, Majno tuvo que marcharse a la Rusia central y aprovechó su estancia en Moscú para entrevistarse con algunas de las personalidades más destacadas y conversar sobre la lucha y la revolución que se desarrollaban. Entre ellas figura Lenin. La entrevista fue preparada por Sverdlov, uno de los miembros más prominentes del bolchevismo ruso, del que Lenin siempre atendía los consejos, considerándole como su maestro. En la época de la entrevista, Sverdlov era el presidente del Comité Ejecutivo de los Soviets de Pan-Rusia, y concediendo mucha importancia a la personalidad de Majno, se ocupó personalmente de todo lo necesario para que éste pudiera entrevistarse con Lenin. La conversación tuvo lugar en el Kremlin, ante Sverdlov, y duró cerca de dos horas.
Por el tono, en cierto modo respetuoso, con que Lenin platicó con Majno, se podría pensar que el movimiento encabezado por este último sería, cuando menos, respetado, aunque no fomentado; pero el propio Lenin ordenó unas veces y consintió otras que el movimiento majnovista y cualquier otra manifestación anarquista fueran implacablemente aplastados. Este odio hacia el anarquismo se manifestó en forma histérica en León Trotski, que fue el real organizador de la implacable represión que sufrió el movimiento anarquista ruso. Millares de anarquistas y simpatizantes fueron aniquilados desde antes ya de la lucha que la majnovitchina sostuvo contra las fuerzas ciegas de los ejércitos bolcheviques.

Todos los anarquistas aprecian mucho la revolución y sus conquistas. Esto nos demuestra que en este sentido todos somos iguales. - No me diga usted esto –repuso riéndose Lenin-. Nosotros conocemos a los anarquistas tanto como los conoce usted mismo. La mayoría de ellos, o no piensan nada sobre el presente, o piensan bien poco, a pesar de la gravedad. Y para un revolucionario es vergonzoso no tomar resoluciones positivas sobre el mismo. La mayoría de los anarquistas piensan y escriben sobre el porvenir, sin entender el presente. Esto es lo que nos separa a nosotros, los comunistas, de los anarquistas.
Al pronunciar esta última frase, Lenin se levantó de la silla, y paseándose por el despacho, añadió:
- Sí, sí: los anarquistas son fuertes en las ideas sobre el porvenir, pero en el presente no pisan terreno firme y son deplorables, ya que no tienen nada en común con este presente.
A todo esto contesté a Lenin que yo era un campesino semianalfabeto y que sobre aquel enredado asunto de los anarquistas, tal como él me lo exponía, no sabía discutir. Pero le dije:
- Sus afirmaciones, compañero Lenin, de que los anarquistas no comprenden el presente y que no tienen ninguna relación con él, son equivocadas. Los anarcocomunistas de Ucrania o del sur de Rusia, como decís vosotros los comunistas bolcheviques, han dado ya demasiadas pruebas que demuestran su compenetración con el presente. Toda la lucha revolucionaria del pueblo ucraniano contra la Rada Central de Ucrania se ha llevado bajo la dirección de las ideas anarcocomunistas y también, en parte, bajo la influencia de los socialistas revolucionarios, los cuales –hay que decir la verdad- al luchar contra la Rada Central, tenían finalidades muy distintas a las nuestras. En los pueblos de Ucrania casi no existen bolcheviques, y allí donde hay algunos, su influencia es nula. Casi todas las Comunas Agrícolas han sido creadas por iniciativa de los anarcocomunistas. La lucha armada del pueblo de Ucrania contra la reacción y, muy especialmente, contra los ejércitos expedicionarios de austriacos, alemanes y húngaros, fue iniciada y organizada bajo la ideología y dirección de los anarcocomunistas. La verdad es que vosotros, teniendo en cuenta los intereses de vuestro partido, encontráis inconvenientes para reconocerlo; pero todo esto son hechos innegables. Vosotros sabéis muy bien la calidad y capacidad combativa de todos los destacamentos revolucionarios de Ucrania. No en vano habéis subrayado el valor con que aquellos destacamentos han defendido nuestras conquistas revolucionarias. Pues bien: más de la mitad de ellos iban a la lucha bajo la bandera anarquista. Los jefes de destacamento Makrousov, Nikiforoba, Cheredniak, Garen, Cherñak, Luñev y muchos otros cuya relación sería demasiado prolija, son anarquistas comunistas. No hablo de mí personalmente, como tampoco del grupo al que pertenezco, sino de aquellos destacamentos y batallones voluntarios para la defensa de la revolución, los cuales han sido creados por nosotros y no pueden ser desconocidos por vuestros altos mandos de la Guardia Roja. Todo esto demuestra lo equivocadas que son las manifestaciones de usted, compañero Lenin, de que nosotros, los anarquistas, somos incorregibles y débiles en el “presente”, a pesar de que nos gusta mucho pensar en el porvenir. Lo dicho demuestra a todos, y también a usted, que nosotros, los anarcocomunistas, estamos compenetrados con el presente, trabajamos en él, y precisamente en la lucha buscamos el acercamiento al futuro, sobre el cual pensamos mucho y seriamente. Sobre ello no puede caber duda. Esto es, precisamente, todo lo contrario de la opinión que tienen ustedes de nosotros.
En aquel momento miré al presidente del Comité Central Ejecutivo de los Soviets, Sverdlov, el cual había enrojecido.
Lenin, desplegando los brazos, me dijo:
- Puede ser que yo esté equivocado. - Sí, sí –advertí-; en este caso tiene usted estas opiniones sobre los anarquistas porque está muy mal informado de la realidad en Ucrania, y porque tiene todavía peores informaciones sobre el papel que nosotros jugamos en la misma. - Puede ser. Yo no lo niego. Todo hombre puede equivocarse y muy especialmente en una situación como en la que nos encontramos en estos momentos- dijo Lenin, terminando la conversación sobre el tema.”
Tomado de la Enciclopedia Anarquista, editada en 1971 en México D.F. por el grupo Tierra y Libertad.
http://www.nestormakhno.info/spanish/majlen.htm

Táctica Correcta Durante una Revolución y La Revolución por Decretos está Condenada al Fracaso

Los anarquistas queremos una Revolución Social, un revolución en la que el pueblo, la clase trabajadora participe activamente sin dirigentes ni dirigidos. Una revolución sin vanguardias que se erijan en "representantes" de la voluntad popular y que acaben traicionándola como han hecho hasta ahora pues solo aspiaran a controlarla y hacerse con el poder. La revolución social no aspira al poder si no a destruirlo y crear unas bases para lograr una sociedad libertaria construida horizontalmente entre todos su miembos. Creando lazos de solidaridad y apoyo mutuo.
Esta táctita es diametralmente opuesta a la de los comunistas autoritarios, de los marxistas. Involucrarnos en la suya supone una pérdida de identidad para los anarquistas, que así olvidaríamos una de nuestras señas de identidad más importantes: la horzontalidad de nuestros planteamientos.
Bakunin así lo expresó en su obra "Socialismo sin estado", en el capítulo "Táctica durante la revolución" y en "La Revolución por Decretos Está Condenada al Fracaso"

"Táctica Correcta Durante una Revolución"
"En una revolución social, en todo opuesta diametralmente a una revolución política, los individuos apenas y cuentan, mientras que la acción espontánea de las masas lo es todo. Todo lo que los individuos pueden hacer es clarificar, propagar, y desarrollar las ideas que corresponden al instinto popular, y, cosa aun más importante, contribuir con sus esfuerzos incesantes a la organización revolucionaria del poder natural de las masas. Pero nada más que eso; el resto sólo podrá hacerlo el propio pueblo. Cualquier otro método llevaría a la dictadura política, al resurgimiento del Estado, de los privilegios, de las desigualdades, y de todas las opresiones estatales; es decir, llevaría de una forma indirecta, aunque lógica al restablecimiento de la esclavitud política, económica y social de las masas populares.
Como todos los socialistas sinceros, y en general como todos los trabajadores nacidos y crecidos entre el pueblo, Varlin y sus amigos compartieron en grado sumo este prejuicio perfectamente legítimo contra la iniciativa procedente de individuos aislados, contra el dominio ejercido por individuos superiores; siendo sobre todo coherentes, extendieron el mismo prejuicio y la misma desconfianza a sus propias personas".

La Revolución por Decretos está Condenada al Fracaso.

"Frente a las ideas de los comunistas autoritarios -ideas falaces, en mi opinión- de que la Revolución Social puede ser decretada y organizada por medio de una dictadura o de una Asamblea Constituyente, nuestros amigos, los socialistas parisinos, sostienen que la revolución sólo puede ser emprendida y llevada a su pleno desarrollo a través de la acción masiva continua y espontánea de grupos y asociaciones populares. Nuestros amigos parisinos tienen mil veces razón. Porque, en realidad, no hay cerebro, por muy genial que sea, o -si hablamos de la dictadura colectiva de algunos centenares de individualidades supremamente dotadas no hay combinación de intelectos capaz de abarcar toda la infinita multiplicidad y diversidad de intereses, aspiraciones, deseos y necesidades reales que Constituyen en su totalidad la voluntad colectiva del pueblo; no existe intelecto capaz de proyectar una organización social que pueda satisfacer a todos y cada uno.
Tal organización será siempre un lecho de Procusto en el que la violencia, más o menos sancionada por el Estado forzaría a la desdichada sociedad. Pero este es un viejo sistema de organización, basado sobre la fuerza, que la Revolución Social suprimirá para dar plena libertad a las masas, los grupos, Comunas, asociaciones e individualidades, destruyendo de una vez por todas la causa histórica de toda violencia: la misma existencia del Estado cuya caída supondrá la destrucción de todas las iniquidades del derecho jurídico y de todas las falsedades de los diversos cultos -derechos y cultos que han sido siempre, los canonizadores complacientes, tanto en el terreno ideal como en el real, de toda la violencia representada, garantizada y autorizada por el Estado.Es evidente que sólo cuando el Estado haya dejado de existir, la humanidad obtendrá su libertad, y que sólo entonces encontrarán su auténtica satisfacción los verdaderos intereses de la sociedad, de todos los grupos, de todas las organizaciones locales y, en consecuencia, de todos los individuos que forman tales organizaciones".

La Familia Cristiana Vs "El Problema del Amor", de E. Malatesta


Ultimamente la Iglesia Católica española se siente "atacada" por los nuevos modelos de familia que están apareciendo en la sociedad. Gays y lesbianas ven reconocido su derecho a unirse libremente y la carca jerarquía episcopal alentada por el Papa de Roma más retrógado de los últimos tiempos ( y decíamos del anterior ...) se creen en el derecho de interferir en la vida privada de las personas y decir lo que es o no es una familia.
En lugar de dejar a cada cual que haga su vida se ven en la necesidad de decirnos lo que debemos hacer. Si sus acólitos se lo permiten es su problema, pero el resto de la sociedad no debe sentirse intimidada por estos carcamales que no predican con el ejemplo. Se permiten el lujo de decir lo que son relaciones sanas y las que son "pecaminosas" cuando ocultan y protejen los casos de delitos de pederastia dentro de su secta.
Si no quieren a los pecadores, que devuelvan los impuestos que nos corresponden con los que sufragamos su institución.
La familia ya estaba inventada antes de que ellos se hicieran los amos del mundo, y no son buen ejemplo a seguir. Su dios es hijo concebido fuera del matrimonio y según dicen ellos mismos fue célibe hasta su muerte.
Este tema ya ha sido tratado por los autores anarquistas. A continuación transcribo el artículo "El problema del amor" de Errico Malatesta editado en la recopilación "Escritos" pr la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, Madrid 2002.
"El problema del amor"
Al principio puede parecer extraño que la cuestión del amor y todas las que le son conexas preocupen mucho a un gran número de hombres y de mujeres mientras que hay otros problemas más urgentes, si no más importantes, que debieran acaparar toda la atención y toda la actividad de los que buscan el modo de remediar los males que sufre la humanidad.
Encontramos diariamente gentes aplastadas bajo el peso de las instituciones actuales; gentes obligadas a alimentarse malamente y amenazadas a cada instante de caer en la miseria más profunda por falta de trabajo o a consecuencia de una enfermedad; gentes que se hallan en la imposibilidad de criar convenientemente a sus hijos, que mueren a menudo careciendo de los cuidados necesarios; gentes condenadas a pasar su vida sin ser un solo día dueñas de sí mismas, siempre a merced de los patronos o de la policía; gentes para las cuales el derecho de tener una familia y el derecho de amar es una ironía sangrienta y que, sin embargo, no aceptan los medios que les proponemos para sustraerse a la esclavitud política y económica si antes no sabemos explicarles de qué modo, en una sociedad libertaria, la necesidad de amar hallará su satisfacción y de qué modo comprendemos la organización de la familia. Y, naturalmente, esta preocupación se agranda y hace descuidar y hasta despreciar los demás problemas en personas que tienen resuelto, particularmente, el problema del hambre y que se hallan en situación normal de poder satisfacer las necesidades más imperiosas porque viven en un ambiente de bienestar relativo. Este hecho se explica dado el lugar inmenso que ocupa el amor en la vida moral y material del hombre, puesto que en el hogar, en la familia, es donde el hombre gasta la mayor y mejor parte de su vida. Y se explica también por una tendencia hacia el ideal que arrebata al humano espíritu tan pronto como se abre a la conciencia. Mientras el hombre sufre sin darse cuenta de los sufrimientos, sin buscar el remedio y sin rebelarse, vive semejante a los brutos, aceptando la vida tal como la encuentra.
Pero desde que comienza a pensar y a comprender que sus males no se deben a insuperables fatalidades naturales, sino a causas humanas que los hombres pueden destruir, experimenta en seguida una necesidad de perfección y quiere, idealmente al menos, gozar de una sociedad en que reine la armonía absoluta y en que el dolor haya desaparecido por completo y para siempre.
Esta tendencia es muy útil, ya que impulsa a marchar adelante, pero también se vuelve nociva si, con el pretexto de que no se puede alcanzar la perfección y que es imposible suprimir todos los peligros y defectos, nos aconseja descuidar las realizaciones posibles para continuar en el estado actual.
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Ahora bien, y digámoslo en seguida, no tenemos ninguna solución para remediar los males que provienen del amor, pues no se pueden destruir con reformas sociales, ni siquiera con un cambio de costumbres. Están determinados por sentimientos profundos, podríamos decir fisiológicos, del hombre y no son modificables, cuando lo son, sino por una lenta evolución y de un modo que no podemos prever. Queremos la libertad; queremos que los hombres y las mujeres puedan amarse y unirse libremente sin otro motivo que el amor, sin ninguna violencia legal, económica o física. Pero la libertad, aún siendo la única solución que podemos y debemos ofrecer, no resuelve radicalmente el problema, dado que el amor, para ser satisfecho, tiene necesidad de dos libertades que concuerden y que a menudo no concuerdan de modo alguno; y dado también que la libertad de hacer lo que se quiere es una frase desprovista de sentido cuando no se sabe querer alguna cosa. Es muy fácil decir: «cuando un hombre y una mujer se aman, se unen, y cuando dejan de amarse, se separan». Pero sería necesario, para que este principio se convirtiese en regla general y segura de felicidad, que se amaren y cesaren de amar al mismo tiempo. ¿Y si uno ama y no es amado? ¿Y si uno aún ama y el otro ya no le ama y trata de satisfacer una nueva pasión? ¿Y si uno ama a un mismo tiempo a varias personas que no pueden adaptarse a esta promiscuidad? «Yo soy feo -nos decía una vez un amigo-. ¿Qué haré si nadie quiere amarme?». La pregunta mueve a risa, pero también nos deja entrever verdaderas tragedias. Y otro, preocupado por el mismo problema, nos decía: «Actualmente, si no encuentro el amor, lo compro, aunque tenga que economizar mi pan. ¿Qué haré cuando no hayan mujeres que se vendan?» La pregunta es horrible, pues muestra el deseo de que haya seres humanos obligados por el hambre a prostituirse; pero es también terrible... y terriblemente humano. Algunos dicen que el remedio podría hallarse en la abolición radical de la familia, la abolición de la pareja sexual más o menos estable, reduciendo el amor al solo acto físico o por mejor decir, transformándolo, con la unión sexual por añadiduría, en un sentimiento parecido a la amistad, que reconozca la multiplicidad, la variedad, la contemporaneidad de afectos. ¿Y los hijos?... Hijos de todos. ¿Puede ser abolida la familia? ¿Es de desear que lo sea? Hagamos observar antes que nada, que, a pesar del régimen de opresión y de mentira que ha prevalecido y prevalece aún en la familia, ésta ha sido y continúa siendo el más grande factor de desarrollo humano, pues en la familia es donde el hombre normal se sacrifica por el hombre y cumple el bien por el bien, sin desear otra compensación que el amor de la compañera y de los hijos.
Pero, se nos dice, una vez eliminadas las cuestiones de intereses, todos los hombres serán humanos y se amarán mutuamente. Ciertamente, no se odiarán; cierto que el sentimiento de simpatía y de solidaridad se desarrollaría mucho y que el interés general de los hombres se convertiría en un factor importante en la determinación de la conducta de cada uno. Pero esto no es aún amor. Amar a todo el mundo se parece mucho a no amar a nadie. Podemos, tal vez socorrer, pero no podemos llorar todas las desgracias, pues nuestra vida se deslizaría entera entre lágrimas y, sin embargo, el llanto de la simpatía es el consuelo más dulce para un corazón que sufre. La estadística de las defunciones y de los nacimientos puede ofrecernos datos interesantes para conocer las necesidades de la sociedad; pero no dice nada a nuestros corazones. Nos es materialmente imposible entristecernos por cada hombre que muere y regocijarnos por cada nacimiento. Y si no amamos a alguien más vivamente que a los demás; si no hay un sólo ser por el cual no estemos particularmente dispuestos a sacrificarnos; si no conocemos otro amor que este amor moderado, vago, casi teórico, que podemos sentir por todos, ¿no resultaría la vida menos rica, menos fecunda, menos bella? ¿no se vería disminuída la naturaleza humana en sus más bellos impulsos? ¿acaso no nos veríamos privados de los goces más profundos? ¿no seríamos más desgraciados? Por lo demás, el amor es lo que es. Cuando se ama fuertemente, se siente la necesidad del contacto, de la posesión exclusiva del ser amado. Los celos, comprendidos en el mejor sentido de la palabra, parecen formar y forman generalmente una sola cosa con el amor. El hecho podrá ser lamentable, pero no puede cambiarse a voluntad, ni siquiera a voluntad del que personalmente los sufre. Para nosotros el amor es una pasión que engendra por sí mismo tragedias. Estas tragedias no se traducirían más, ciertamente, en actos violentos y brutales si el hombre tuviese el sentimiento de respeto a la libertad ajena, si tuviese bastante imperio sobre sí mismo para comprender que no se remedia un mal con otro mayor, y si la opinión pública no fuese, como hoy, tan indulgente con los crímenes pasionales; pero las tragedias no serían por esto menos dolorosas.Mientras los hombres tengan los sentimientos que tienen -y un cambio en el régimen económico y político de la sociedad no nos parece suficiente para modificarlos por entero- el amor produciría al mismo tiempo que grandes alegrías, grandes dolores. Se podrá disminuirlos o atenuarlos, con la eliminación de todas las causas que pueden ser eliminadas, pero su destrucción completa es imposible. ¿Es ésta una razón para no aceptar nuestras ideas y querer permanecer en el estado actual? Así se obraría como aquel que no pudiendo comprarse vestidos lujosos, prefiriese ir desnudo, o que no pudiendo comer perdices todos los días renunciase al pan, o como un médico que, dada la impotencia de la ciencia actual ante ciertas enfermedades, se negase a curar las que son curables.
Eliminemos la explotación del hombre por el hombre, combatamos la pretensión brutal del macho que se cree dueño de la hembra, combatamos los prejuicios religiosos, sociales y sexuales, aseguremos a todos, hombres, mujeres y niños, el bienestar y la libertad, propaguemos la instrucción y entonces podremos regocijarnos con razón si no quedan más males que los del amor.
En todo caso, los desgraciados en amor, podrán procurarse otros goces, pues no sucederá como hoy, en que el amor y el alcohol constituyen los únicos consuelos de la mayor parte de la humanidad.
www.cnt.es/fal

Felíz 2009 Contra el Estado y sus Cuerpos Represivos


La muerte de un joven en Atenas por disparos de la policía nos demuestra una vez más que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado no están para defendernos, si no para someternos por la fuerza a sus injustas normas y leyes.
Cada día somos más los que a través de las ideas o de la acción luchan contra las injusticias del sistema.
Quizá no sea esta la Revolución Social que anhelamos los anarquistas (algunos anarquistas) pero sirve para que sepan que si es necesario sabremos hacerles frente y plantarles cara. que el Estado no va a salirse siempre con la suya.
Hoy ha sido un salto expontáneo de gente de muchas tendencias que está harta de los abusos del sistema, mañana quizá sea un pueblo imbuido y concienciado de las ideas anarquistas el que lo haga. Ese día estaremos con ese pueblo, mezclados con los revoluconarios, luchando por el fin de la explotación y por el advenimiento de la anarquía.

Cual es la Razón de Ser del Gobierno - Errico Malatesta

¿Por qué abdicar en manos de unos cuantos individuos nuestra propia libertad y nuestra propia iniciativa? ¿Por qué concederles la facultad de ampararse, con o en contra de la voluntad de cada uno, de la fuerza de todos y disponer de ella a su antojo? ¿Hállanse, acaso, tan excepcionalmente dotados que puedan, con alguna apariencia de razón, sustituir a la masa y proveer a los intereses de los hombres mejor que pudieran efectuarlo los propios interesados? ¿Son, tal vez, infalibles e incorruptibles hasta el punto de que se les pueda confiar, prudentemente la suerte de cada uno y la de todos?
Y, aun cuando existiesen hombres de una bondad y de un saber infinitos, aun cuando por una hipótesis, irrealizada e irrealizable, el poder gobernar se confiase a los más capaces y a los mejores, la posesión del poder nada absolutamente agregaría a su potencia bienhechora, sino que produciría el resultado de paralizarla, de destruirla por la necesidad en que se encontrarían de ocuparse de tantas cosas para ellos incomprensibles y por la de malgastar la mejor parte de sus energías y actividades en la empresa de conservar el poder a todo trance, en la de contentar a los amigos, en la de acallar a los descontentos y en la de combatir a los rebeldes.
Por otra parte, buenos o malos, sabios o ignorantes, ¿qué son los gobernantes? ¿Quién los designa y eleva para tan alta función? ¿Se imponen ellos mismos por el derecho de guerra, de conquista o de revolución? Pues entonces, si esto es así, ¿qué garantía tiene el pueblo de que habrán de inspirar sus actos en la utilidad general? Esto es una pura cuestión de usurpación; y a los gobernados, si están descontentos, no les queda otro recurso sino acudir la lucha para librarse del yugo.
¿Son elegidos por una clase o por un partido? Pues entonces serán los intereses y las ideas de esta clase o de este partido los que triunfen, mientras que la voluntad y los intereses de los demás serán sacrificados. ¿Se les elige por sufragio universal? En este caso el único criterio está constituido por el número, cosa que, ciertamente, no significa ni acredita equidad, razón ni capacidad; los que sepan engañar mejor a la masa, serán quienes resulten elegidos, y la minoría compuesta algunas veces de la mitad menos uno, resultará sacrificada; esto sin contar con que la experiencia demuestra la imposibilidad absoluta de hallar un mecanismo electoral en virtud del cual los candidatos electos sean, por lo menos, los representantes genuinos de la mayoría.
Numerosas y variadas son las teorías mediante las cuales se ha tratado de explicar y de justificar la existencia del gobierno. Todas, en suma, fúndanse en el preconcepto, confesado o tácito, de que los hombres tienen intereses contrarios y de que se necesita una fuerza externa y superior, para obligar a unos a respetar el derecho de los otros, prescribiendo e imponiendo determinada norma de conducta, que armonizaría, en la medida de lo posible, los intereses en pugna y que proporcionaría a cada uno la satisfacción más grande con el menor sacrificio concebible.
Extraído de "La Anarquía", Errico Malatesta.

La Hora de la Revolución

"Para Liberarse de la Esclavitud se Necesitan Hombres y Mujeres que Aspiren a ser Libres"

Los textos de Malatesta (1853 - 1932) no solo están vigentes todavía, sino que siguen siendo de fácil comprensión para el pueblo, por lo que son excelentes para la propaganda anarquista.
Para Malatesta, el objetivo de la propaganda anarquista es destruir el principio de autoridad; la revolución destruirá toda fuerza organizada que pueda constreñir a los hombres a actuar contrariamente a su voluntad.
Los objetivos inmediatos del movimiento anarquista según Malatesta son:hacer propaganda, agitar y organizar; a ellos dedicará su vida.
"Errico Malatesta, Escritos" publicado por la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo.
http://www.cnt.es/fal